CAPILLA DE SAN MIGUEL ARCÁNGEL
IGLESIA DE SAN JUAN DEL HOSPITAL

LA IGLESIA
La iglesia de San Juan del Hospital se funda en el año 1238 por la Orden militar de los Caballeros Hospitalarios de San Juan de Jerusalén. Esta se establece en una zona que sobresale por ser el terreno concedido a los judíos por parte del rey Jaime I de Aragón, tras haber participado en dicha orden. Tras el paso de los años, la edificación posibilita un espacio hospitalario, funerario, residencial y sagrado.
LA CAPILLA
La capilla de San Miguel Arcángel se encuentra en la iglesia de San Juan del Hospital, concretamente al lado norte de la iglesia, en la zona del presbiterio. En el interior de la misma apreciamos restos de un programa pictórico que posibilita la comprensión/reflexión de la mentalidad de una época concreta, a la vez que pone en pie cada una de las restauraciones sucedidas en el templo en el decurso del tiempo.
LA CAPILLA DESDE CASA
IMAGEN 1
En un fondo rojo (bermellón) aparecen tres árboles junto a dos aves blancas que vuelan alrededor, además de identificar algunos restos pertenecientes a un elemento relacionado con la imagen. De esta forma, hemos de acudir a diversas fuentes que posibiliten una explicación del tema representado, en este caso lo identificamos con lo expuesto en el Antiguo Testamento. Así estaríamos ante una imagen que nos remite al suceso del pecado original por parte de Adán y Eva, que da lugar a la ira de Dios y su decisión de mandar a San Miguel Arcángel a expulsar a ambos (este a su vez les muestra el devenir posterior). Esto supone la pérdida del Paraíso, dando lugar así a la Nueva Tierra Prometida. Al fin y al cabo, se trata de un mensaje transmitido a los fieles a reflexionar en la otra posibilidad que suponía un comportamiento correcto hacia el Señor. Esto último permite entender la plasmación del Arca de la Alianza o mismo el guiño al diluvio universal con la aparición del arca de madera, también asociado a la ira y la bondad de Dios. A esto le añadimos la presencia de los pelícanos en relación a la Eucaristía, volviendo a reiterar en el asunto ya mencionado.
A continuación, nos disponemos a analizar cada uno de los elementos existentes en dicha pintura con el fin de lograr una mayor comprensión respecto al tema expuesto:
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Pelícano: se trata de un ave que proviene de la Antigüedad y se ha convertido en una alegoría o símbolo con el paso de los años. No obstante, la idea sobre el mismo se altera con la transmisión del Fisiólogo de Berna, adquiriendo así un carácter cristológico en el cual Cristo simboliza la compasión y generosidad. Pues el ave que aparece alimentando a sus crías con su propia sangre se asocia directamente al cristianismo, viéndose con autores como San Agustín, Santo Tomás de Aquino o Dante Alighieri que lo atribuyeron a la redención y sacrificio de Cristo que derramó su sangre por la humanidad. De ahí que hablemos de pelícano eucarístico, siendo Cristo el encargado de alimentar las almas de sus fieles.
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Árboles de hojas perennes: ya el propio término "perenne" hace referencia a lo continuo, a lo permanente o en este caso a lo eterno (aquí hojas que duran todo el año). Es cierto que este tipo de planta no suele verse por el territorio valenciano, lo que acudiendo a las fuentes textuales o visuales de otras zonas ajenas al mismo observaremos cierta relación con lo que estamos comentando, plasmando así una metáfora a partir de dicho árbol y su relación con el amor de Dios, o mismo el conjunto del paisaje/naturaleza al simbolizar la vida.
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Arca de la Alianza: símbolo del pacto o promesa de Yahvé/Dios al pueblo de Israel durante su estancia en el desierto mediante la entrega de la denominada Tierra Prometida. Se trata de una especie de urna otorgada a este último, cuyo contenido se basaba en las tablas de los Diez Mandamientos, una porción de maná (hablaremos de ello en la escena de la figura femenina) y la vara de Aarón. Esto a su vez se asocia a María, pues del mismo modo que el arca guarda la presencia real divina, ella albergó en su seno a Cristo.
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Arca de Noé: antes de asociarlo al mundo cristiano hemos de hablar de sus antecedentes en las numerosas civilizaciones de la Antigüedad, destacando el Poema de Gilgamesh que remite a la misma destrucción de la humanidad que se dará con el diluvio universal cristiano, lo que en este caso el personaje de Ea advierte a Uta-na-pistim de construir un barco que debía llenar de animales y semillas, tal y como sucede con Noé. Así en la Tierra habitaban tanto personas malas como buenas (como Noé) y la ira de Dios da lugar a dicho diluvio, lo que previamente avisa a Noé de tal acontecimiento con el fin de salvarlo mediante la fabricación de un arca.
Por tanto, la pintura contempla las dos caras de Dios, su frustración con el pecado original o plasmación de ello con el diluvio universal, junto a su lado generoso mediante la entrega de los terrenos o avisando a aquel considerado bueno, siendo una reflexión de todo lo hecho por Él para que al final se lo devuelvan de esta forma.



IMAGEn II
En la siguiente imagen contemplamos sobre un fondo azul ultramar cuarenta y seis estrellas blancas, siendo las más relevantes aquellas remarcadas en un tono rojizo, pues reflejan constelaciones reales que fueron dispuestas según el mapa estelar y la época de su producción. En este caso acudimos a fuentes científicas basadas en la astronomía que nos posibilita una emergencia en los escritos árabes y hebreos (sobresale la figura de Claudio Ptolomeo), aplicado posteriormente al ámbito teológico. De modo que estamos ante la representación de la Corona Boreal o Corona de la Virgen compuesta por sus siete estrellas de magnitud similar, seguido de la constelación Serpens (al sur) que envuelve a la estrella Unuk y la constelación del Boyero (al norte) con la estrella Arturo.
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¿Cuál es el significado de las estrellas en el ámbito cristiano?
Teniendo en cuenta los inicios de la religión cristiana, apreciamos una evolución progresiva con respecto a los ámbitos ajenos que le rodean, pasando de lo puro a abrirse a la ciencia (en este caso a la astronomía). Esto no quiere decir que se aceptase tal estudio, pues al fin y al cabo se consideraba que la ciencia no se comparaba ni de lejos con Dios, remitiendo así a la creación del mundo y sus alrededores, por lo que las estrellas que conforman constelaciones y estas a su vez crean galaxias son obra de este, siendo identificadas cada una de ellas al ser de su dominio y no del azar.
En cuanto al origen, ya hemos mencionado dicho interés por la astronomía con los griegos y los árabes (muestra de la intolerancia inicial hacia tal ciencia es el caso de Hipatia de Alejandría, situación que varía en el tiempo), y su entrada en la fe cristiana con su adopción por parte de la Iglesia, de ahí que en la Edad Media ocupe un espacio en el denominado Quadrivium (así la astronomía se ubicaría en el círculo de las artes liberales), vinculándose esencialmente a lo divino y siendo potenciada en la posterioridad por dicha fe.
Enmarcándonos dentro del ámbito cristiano percibimos que las estrellas o constelaciones se hallan en los textos sagrados a modo de "GPS" (es el caso de la Estrella de Belén que guía a los tres magos a la Adoración del Niño Jesús o mismo en la Antigüedad cuando los navegantes se orientaban al fijarse en ellas), por lo que las crea Dios con el fin de ser "señales para las estaciones, para días y años" (Génesis 1:14).

¿Por qué estas constelaciones en concreto?
Teniendo en cuenta que la cultura hebrea, vinculada a la Biblia, apunta las doce constelaciones del zodíaco, destacamos entre ellas la de Virgo, en referencia a la Virgen María. En otras palabras, Virgo corresponde con los meses de agosto y septiembre, marcando el último y el primer mes del año judío, y a su vez alude a la Virgen por la denominación de Corona Boreal, también conocida como Corona de la Virgen. Por tanto, todo nos guía a la Virgen, de ahí que en el escudo de la iglesia de San Juan del Hospital se dedique a la misma representada con tres estrellas en su cabeza a modo de corona (podemos también interpretar que se trata de la corona que se quita la figura femenina en la escena superior, a modo de símil con el mito que le corresponde).
Por lo que esta franja del conjunto pictórico presenta un cielo estrellado, enfatizando en ese interés existente por la astronomía en aquella época (hemos de reflexionar que dichas estrellas siguen aún con nosotros), dando pie a la idea de estrella como esperanza y guía del individuo, como mensajeros de Dios y como el renacer de cada día que va de la mano del principio de la vida.
imagen III
Podemos identificar a una figura femenina alada que procede a quitarse una corona, junto a una figura masculina alada que le hiere con un elemento punzante, afectando toda la zona del codo hasta el costado, muestra de ello son las gotas de sangre que derrama. En cuanto a la primera, aparece vestida de lino, descalza y sedente en un trono compuesto de arquitecturas a los laterales. Junto a ella se presentan cuatro seres alados de blancas vestiduras, arrodillados y elevando sus manos hacia la protagonista.
Estaríamos así ante la representación de la Iglesia/pueblo judío quitándose la corona de las vanidades, herida por el arcángel Miguel tras atravesarle un dardo. Este último porta el emblema de la Orden Hospitalaria ya mencionada. También es meritorio a reconocer el trono en el que la Iglesia se sienta, constituido por la imagen de la Torre de David. Respecto a los seres alados o ángeles que indican las cuatro partes del mundo conocido en aquel periodo, reciben el maná por parte de la figura femenina (este alimento espiritual desaparece en la pintura).
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Teniendo en cuenta la complejidad de la imagen procedemos a analizarlos individualmente hasta llegar a una conclusión sobre la misma:
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Miguel: hemos de hacer caso de lo expuesto en la Biblia, destacando el Libro de Daniel o el Apocalipsis de San Juan, lo que dividiéndolo en Antiguo Testamento (como el Génesis) o Nuevo Testamento (así como el Evangelio de Mateo o la Epístola de Judas), pues alude a un ser denominado arcángel (significa "ángel principal"), próximo a Dios y considerado el defensor de la pureza.
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Iglesia/pueblo judío: tratamos esta figura al referirnos a su relación existente con Dios (propio de la tradición judeo-cristiana), transmitido en el Antiguo Testamento, sobresaliendo el Shir Hashirim o Cantar de los Cantares (en esta secuencia poética Cristo se define como Esposo dando lugar así a dicha comunión esponsal). A esto le siguen los escritos del Nuevo Testamento, en concreto el Libro de Efesios (es el caso de 5:25 o 5:31-32), el Apocalipsis de San Juan (como el versículo 21:2-7) y algunos de los Evangelios (ya sea el de Juan, Marcos o Mateo), seguido del Salmo 45 y algunos comentarios de Bernardo de Claraval con sus Sermones sobre el Cantar de los Cantares, entre otros.
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Ángeles: en el Antiguo Testamento, en concreto en el Salmo 78 o Salmo 105 (como el 105:40), se menciona el maná como "pan del cielo" o alimento de los ángeles, tal y como le ofrece la Iglesia en este banquete de bodas. Además, en el Libro de la Sabiduría (16:20) se alude a que dicho alimento fue otorgado al pueblo judío en su temporada desértica, vinculándose con la longevidad (lo que permite que los israelitas estuvieran por el desierto durante cuarenta años), tal y como se indica a su vez en el Evangelio de Juan, pues si te comportas como buen creyente tendrás la recompensa de comer maná y sentarte en el trono con Dios durante toda la eternidad.
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Torre de David: hace mención del mismo en el Cantar de los Cantares 4:4, en el momento en que el Esposo alaba el cuello de la Esposa al compararlo con dicha torre, siendo en este caso una alegoría entre Dios y el pueblo (también se comenta que alude a la belleza espiritual de María por ser la continuadora del linaje del rey David).
¿Cuál es el origen de esta representación?
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Arcángel Miguel: se le describe como defensor/protector, intermediario, sanador, principalmente del pueblo judío (cuando se encontraban en el desierto), la Iglesia y de Dios (ya el propio nombre Miguel significa "¿Quién cómo Dios?"), de ahí que este arcángel de luz se le represente en el ámbito cristiano como un joven fuerte con una armadura, espada o en este caso con una lanza en la mano derecha (aunque la imagen más común de este es junto al dragón a sus pies, pesando las almas en el momento del juicio, sustituyendo la lanza por una balanza, o guiando a las almas al cielo). Su representación nos remite a la liturgia romana, a los bizantinos (aquí se vincula al oficio de médico, pudiéndose relacionar con el emblema de la Orden Hospitalaria que lleva encima como símbolo de la función anterior de este templo) y en la actualidad como protector de variedad de profesiones.


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Iglesia/pueblo judío: la figura de una mujer representa esa comunidad de los elegidos en comunión esponsal con Cristo (Dios hecho hombre), una unión que nos dirige al tránsito entre Dios-pueblo (interpretación judía) o Cristo-Iglesia (tradición cristiana)/amor divino-amor humano. Por lo que hace referencia a aquellos creyentes que se entregan a Cristo, una idea ampliamente desarrollada en la Edad Media.
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Ángeles: seres alados que tienen un luengo recorrido por la historia, ya se observan en la religión egipcia en el cual se habla de diosas aladas (como Isis o Nut que protegían al difunto hasta su llegada al cielo, siendo un Ángel de la Muerte), en el mundo griego o romano (como Niké y su hijo Eros/Cupido, cuya forma visual inspira a los ángeles cristianos). A su vez, en el hinduismo aparecen las gandharvas (ser musical) y devas (relacionados con la luz, presente en la búsqueda espiritual del ser humano), en el ámbito celta muestran los ángeles a modo de jerarquía (el primero de ellos, el que nos interesa, es el más próximo a la Divinidad), luego se dan en el judaísmo, Islam hasta llegar al cristianismo como intermediario entre Dios y el humano. De este modo, suponen una creación de este último con el fin de convertirlos en mensajeros de la idea de la salvación, o en este caso es posible que personifique a los fieles adorando a Cristo como muestra de su sumisión (relacionado con la Eucaristía, que a su vez incluye la referencia al maná ubicado en el Arca de la Alianza, como alimento del pueblo judío y de los ángeles).


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Torre de David: se trata de una construcción realizada por el rey Herodes, ubicándose en su palacio del Barrio Armenio. Su denominación viene por su grandeza que le asemeja al rey David (Jerusalén como grande y como ciudad de dicho rey). No obstante, dicha torre fue dejada por los romanos tras su entrada en Jerusalén como testimonio de lo que había sido este palacio y como lección por parte de estos para que no se olvidase quiénes mandaban aquí. En este caso, la torre se plasma en el trono de la figura femenina como recuerdo de la unión entre Dios y el pueblo judío.
Estamos ante una imagen vinculada con la mística nupcial, un desposorio dado entre la figura femenina que alude a la Iglesia y la figura que tiene en frente, un Cristo glorioso. Tal hecho, denominado "gran misterio", permite ilustrar "la manera en que Cristo y la Iglesia son uno" (Efesios 5:32), lo que hemos de atender a las diferencias que rodean a los protagonistas, pues todo se enmarca en esa idea de sumisión y fidelidad hacia el prójimo, de ahí que suponga entablar una alianza entre ambos (Dios con su pueblo). El hecho de que Cristo se defina como Esposo y la Iglesia como Esposa hace referencia a esa dependencia entre la Cabeza (Cristo como Cabeza de la Iglesia) y el Cuerpo (Cristo como Salvador del Cuerpo), unida por el cuello (el mismo mencionado al alabar el Esposo a la Esposa), dando a ver una alegoría entre el amor mutuo expresado a través de la entrega y sumisión absoluta de la Iglesia a Cristo. Al fin y al cabo, la propia Iglesia crece a partir del Señor tras su muerte en la cruz, posibilitando la reconciliación entre judíos y gentiles, y haciendo llegar dicho pacto a todo el universo (Iglesia como acción salvadora).
También podemos asociar a Cristo con el nuevo Adán y la Iglesia con la nueva Eva (hombre-mujer), además de que en la obra de Dios veamos que de la costilla de Adán se forma la antigua comunidad de Israel, mientras que del costado de Cristo en la cruz se origina la propia Iglesia (guiño a la igualdad existente entre Iglesia y pueblo judío), donde la meta final de dicho martirio se traduce en la unión esponsal con Cristo, su entrega total.
Estamos ante una imagen simbólica, muestra del amor fiel, un amor que vence a la muerte, siendo perenne pero que ha tenido sus contratiempos en cuanto a la infidelidad del pueblo (Cristo fiel-pueblo infiel), tratando así la fidelidad/infidelidad, amor/rechazo, castigo/reconciliación, promesas/cumplimiento... De ahí que podamos interpretar la aparición del arcángel San Miguel atravesándole un dardo a la figura femenina, en alusión al castigo merecido tras su infidelidad hacia Cristo o como intermediario en nombre de Dios de bajar al cielo hasta penetrar en lo más íntimo de sus afectos, pues dicha Esposa se hallaba sedienta y ardiente de deseos de amor, por lo que se "sacrifica" o desfallece de amor (con ayuda de San Miguel) para unirse a Dios espiritualmente y convertirse en uno (presencia del Verbo como Cristo y el Alma de aquel que se entrega a Él). Es cierto que San Miguel es el protector de la Iglesia y del pueblo de Israel, pero ante todo es el defensor de todo lo que rodea a Cristo.
Al mismo tiempo conecta con la idea de la virginidad personal-corporal (máxima unión de espíritus) y la Eucaristía, aquella que alimenta y cuida a la Iglesia con cariño (Efesios 5:29) en cuanto al sacramento esponsal, a medida que empatiza, comparte y participa de ese dolor dado en la entrega de Cristo, en cuerpo y sangre, durante la cruz. Esto es símbolo de la experiencia de quienes se esposan con el Señor, tal y como expresa la imagen del reparto del maná de la Esposa a los ángeles, enfatizando en la alianza sucedida entre Cristo y el pueblo judío (el mismo alimento encontrado en el Arca de la Alianza), pudiendo ver en estos ángeles el reflejo del pueblo de Israel.
Por lo que estas nupcias derivan de una tradición cristiana con el fin de alcanzar la perfección del alma, entregándose en cuerpo y alma hasta llegar a la muerte, pues al final se trata de una ganancia que posibilita una mayor cercanía con Él. A la vez que supone una utopía de una humanidad que ha retornado al Paraíso junto al Creador (tal y como se menciona en el Cantar de los Cantares).
IMAGEN IV
Situamos una figura masculina vestida de blanco que aparece sedente en un arcoíris, con la mano derecha levantada o más bien alza los dedos índices, corazón y pulgar mientras baja los dedos anular y meñique. En cambio, con la otra mano sujeta un elemento rematado en forma de cruz, a la vez que observa a la figura que se le presenta a su lado, un ser que posee seis alas blancas con un tono rojizo. En otras palabras, advertimos un Cristo glorioso y resucitado que porta el lábaro constantiniano al tiempo que bendice, además el hecho de que se encuentre sobre el arcoíris nos remite al pacto ya mencionado, simbolizando a su vez su posición de Señor del Universo, conectando a través de este ambos mundos. A su lado se halla un serafín, identificado por sus seis alas ardientes, que muestra esa cercanía hacia Cristo.
Como en los casos anteriores nos disponemos a estudiar cada uno de los aspectos ilustrados en la imagen:
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Cristo/gesto de bendecir: se hace referencia por primera vez al gesto universal de bendecir en el Génesis (1:22), al igual que le siguen las numerosas bendiciones en los Salmos en relación a los que aman/temen a Cristo, o en la Epístola a los Romanos en el que se bendice a los que se han perdonado sus pecados (4:6-8). Al fin y al cabo, bendecir supone una muestra de la buena voluntad acerca del otro, pues ser bendecido por Cristo es recibir cosas buenas, y al mismo tiempo todo aquello que bendice se cumple (un ejemplo de ello son las palabras pronunciadas en el Evangelio de Mateo 11:25-30 y su cumplimiento en Génesis 1:9 con el "y fue así").
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Arcoíris: símbolo celeste que nos recuerda a modo de señal en el cielo al pacto de Cristo, tal y como se apunta en el Génesis al tratar el asunto del diluvio universal, teniendo como ejemplo el caso de Noé (9:12-15). Al igual que se asocia con la gloria del Señor en el Libro de Ezequiel (1:28) o mismo cuando se describe el grandioso trono de Cristo en el Apocalipsis de San Juan (4:2-3).
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Serafín: tenemos constancia de la presencia de este ser celestial en el momento en el que se le describe en el Libro de Isaías, sobresaliendo por su gran proximidad al trono de Cristo, tal y como se indica en el Libro de Enoc. Seguido del Apocalipsis de San Juan, en el que se profundiza aún más en las funciones que ejerce (contrapuesto a lo dicho por Isaías), como los músicos pertenecientes a aquel coro celestial, planteando al final la existencia de un gran número de dichos seres (Apocalipsis 4:6-11). También es cierto que hemos de hacer caso a comentarios posteriores que van más allá de lo expuesto en las Escrituras Sagradas, como el de Pseudo Dionisio Aeropagita en Jerarquía celeste, la Leyenda Mayor de San Buenaventura y su relación con san Francisco de Asís, la Summa Theologiae de Tomás de Aquino que trata la naturaleza de los mismos, o la Oratio de hominis dignitate de Pico della Mirandola que toma el serafín como modelo de aspiración del ser humano.



Por tanto, esta imagen muestra de forma abreviada todo lo que envuelve a la figura de Cristo, con respecto a su buena voluntad al bendecir, el recuerdo de la alianza con el arcoíris o el concepto de fidelidad o poderío que tiene a su alrededor en presencia de los serafines que cantan su gloria y lo protegen. No obstante, debe existir una explicación que vincule la pintura con el resto de la capilla:
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Cristo: la representación de Cristo tiene su origen en el mundo pagano, desarrollándose sobre todo en el periodo del arte paleocristiano. En esta última época la imagen de Cristo era inexistente por la ausencia de escritos que describieran su figura, por lo que adoptan la representación del dios Helios. A su vez, Constantino fue el responsable de seleccionar esta iconografía con el fin de representarse a sí mismo, a modo de un Helios que revive y se destina a transmitir el mensaje de ser el emperador (junto a esto hemos de considerar que el lábaro se advierte en la época de este emperador hasta trasladarse al ámbito cristiano). De ahí que aparezca con un nimbo, que unido a la barba, procedente de la retratística romana durante el periodo de mandato del emperador Adriano, se convierte en una moda y dará lugar a que los futuros emperadores se representasen de dicha forma. A su vez, la imagen de Cristo en un inicio se asocia a lo amable, y a medida que avanzamos en el tiempo se fue endureciendo, siendo cada vez más temible y poderoso, pasando de la humildad a la supremacía. En la Edad Media se mantiene esta idea, posibilitando un control social bajo los preceptos de la religión cristiana. Lo que en este caso nos encontramos ante un Cristo sereno que transmite paz al espectador.


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Gesto de bendecir: al hablar de la gestualidad hemos de tener en cuenta la importancia de comunicar un mensaje mediante las manos. Es así como desde la Prehistoria se plasmaban las siluetas de estas en negativo/positivo en las paredes de las cuevas o abrigos para transmitir una idea. En el mundo oriental nos encontramos con las mudras que se vinculan a la vida de Buda o en Egipto con la representación de manos en los jeroglíficos, siendo así una incorporación paulatina de tales gestos al ámbito simbólico. A su vez, la tradición greco-romana desarrolla este asunto mediante un sistema que se emplea en la oratoria, siendo conocido tanto por oradores como por retóricos. Todo esto varía en cuanto al significado hasta ser acogido por el cristianismo, siendo capaz de dar a las distintas posiciones de la mano un mensaje diferente, en este caso sobresaliendo el gesto de bendecir que se mantiene hasta la actualidad (en hebreo barak o esher significa alabar, felicitar, saludar e incluso se confunde con maldición; en italiano benecidere como hablar o decir algo bueno de alguien). Así en la imagen podemos observar la mano de Cristo alzada, con los tres dedos mencionados levantados, haciendo referencia a la Santísima Trinidad, mientras que los otros dos dedos aluden a la doble naturaleza humana-divina de Cristo. Por lo que el gesto expresa que toda bendición procede de la Trinidad por medio de Cristo. Seguidamente, la disposición de los dedos nos permite identificar el monograma de Cristo en griego (ICXC), donde las letras I y X se asocian a la Trinidad, y la C da fe de la Encarnación (esa unión de las dos naturalezas en el cuerpo de Cristo).
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Arcoíris: originario de la tradición cristiana como señal de Cristo en el cielo, siendo a su vez la presencia de la luz en medio de la oscuridad de las nubes (lo visto en el diluvio y que nos dirige al acto del juicio).
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Serafín: relacionado con la tradición judeo-cristiana donde se habla de un ser de la naturaleza, un ser de luz. En la jerarquía de ángeles o angeología se ubica a los serafines en el nivel más alto del rango superior (luego le siguen los querubines y los tronos). Ya la propia palabra serafín deriva del verbo sâ-raf, cuyo significado se traduce en "arder-quemar", un ardor que proviene del amor encendido hacia Cristo y es capaz de mantener el orden. Por lo que estamos ante unos seres alados descritos con tres pares de alas (seis en total) y como apunta Isaías "con dos cubrían sus rostros (protección contra la luz potente que irradia Cristo), con dos cubrían sus pies (acto de respeto y humildad hacia Cristo), y con dos volaban" (Isaías 6:2). Además, lo asemejan a un animal con alas compuestas de diez o veinte ojos que les permite volar solamente hacia arriba (donde se encuentra Cristo), mientras que en el judaísmo se habla de "serpientes" doradas con seis alas que poseen un poder curativo (muestra de la gran variedad de formas o denominaciones asociadas al serafín). Entre las peculiaridades que presenta es la carencia de edad o sexo concreto, a la vez que solamente son visibles para aquellos que posee un alto nivel espiritual (es decir, los que se encuentran en el cielo). Entonces los serafines se dedican, por orden de Cristo, a ayudar, proteger y guiar al prójimo hacia el camino del amor o existencia humana (una manera de salvaguardar la Creación del Señor), siendo así los más próximos a Cristo (aunque posiblemente en la denominación de ángeles caídos, algunos de estos también se incluirían).


Esta imagen pone en pie la idea de poder que envuelve al Cristo glorioso, pues muestra su nombre de forma gestual con el fin de bendecir a aquel que le mire de frente. Además deja constancia de su origen en la Trinidad con este símbolo, asociándose con el pasaje que tiene a sus pies, debido a que con la obra redentora de Cristo en la cruz nosotros recibimos la bendición de Dios por medio de la fe cristiana. Una bendición que acentúa esa buena voluntad o bondad del mismo, ya visto en la imagen I (al frente) con la plasmación del Arca de Noé, siendo una forma de bendecir para que se transmitiera a modo de mensaje. Seguidamente, observamos en la obra ese arco del cielo sobre el que se sienta, de nuevo unido a la imagen del frente con la representación del Arca de la Alianza, siendo un recordatorio del pacto prometido en tiempos de Noé, aludiendo así a su amor (el mismo que desprenden los serafines) hacia la humanidad (aquella planteada en la imagen de la mística nupcial entre Cristo Esposo junto a la Iglesia Esposa), o mismo la intención se basa en presentar el poder y la gloria de Cristo mediante el arcoíris (basado en el trono de este, tal y como se menciona con Ezequiel o el Apocalipsis de San Juan). Por último, no olvidarnos del serafín, el más cercano a Cristo, tal y como se presenta en la pintura, como protector de su trono. Además, estos seres músicos cantan su gloria, dando a ver esa grandeza que posee Cristo, creando así el coro celestial a partir del amor hacia este. Un amor bello que transmite calor por su luz, y la capacidad de iluminar es lo que les posibilita esa comunicación directa con el Señor (también podemos considerar que al bendecir Cristo con tal gesto, el serafín alaba a la Santísima Trinidad).
Se expresa esa pureza y responsabilidad de estos seres, seguidores de las órdenes de Cristo, siendo un guiño a las imágenes del frente, acerca de lo que ha de hacer el pueblo judío/Iglesia, es decir, ser fiel y obedecer a Cristo, tal y como se indica en la escena I con el Paraíso, Alianza y Noé (si se hubiera hecho caso nada de lo hecho hubiese pasado). Otras versiones es su relación con el arcángel San Miguel, nombrado príncipe de las entidades celestiales (aquí se incluyen a los serafines), o con la historia de San Francisco de Asís al que se le presenta un serafín que le imprime las llagas de Cristo a modo de recordatorio de los dolores de su Pasión y el amor que lo llevó a sacrificarse por todos nosotros.
IMAGEN V
Sobre un fondo azul se reflejan formas estrelladas de color blanco y dos círculos de mayores dimensiones que representan los astros del sol y la luna, además de que esta última media luna incluye un rostro en su interior. Si lo relacionamos con la imagen anterior (la superior a ella) se encontraría bajo los pies de ese Cristo glorioso, haciendo alusión al pacto entre Él y la Tierra. Mientras que si hacemos caso de la siguiente imagen, la ubicaríamos a la cabeza de la Crucifixión, teniendo más sentido con respecto al significado al ser una imagen propia de la tradición cristiana, pudiendo plasmar así el posible eclipse sucedido en tal pasaje.
No obstante, la simbología de estos astros varía, dando paso a diversas interpretaciones:
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Estrellas: con la imagen II estuvimos analizando el sentido de las mismas en dicho conjunto, viéndose su origen en la Antigüedad y el interés por los cristianos en un momento concreto.
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Sol/Luna: conecta sobre todo con el eclipse ocurrido tras crucificar a Cristo en la cruz, pues tras la restauración se descubre que el sol posiblemente estuviera oscurecido por otra capa pictórica perdida. Esto se traduce en una señal del mismo para comunicarse con el pueblo, tal y como se indica en el Génesis, el Apocalipsis de San Juan, los Evangelios, los Hechos de los Apóstoles, el Libro de Isaías, el Libro de Ezequiel, Libro de Joel, Salmo 19, entre otros. Muestra de un tema bien tratado que se pone en relación con tal eclipse dado por la gloria de Dios. Además, los astros, hecho que tiene su origen en las culturas paganas de la Antigüedad, simbolizan a su vez el poder, la majestad, la eternidad.



Lo representado va más allá de simples estrellas junto al sol y la luna, esto adquiere un significado más profundo, por lo que hemos de acudir a sus orígenes y cuestionar su relación con esta obra:
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Estrellas: de forma breve a lo expuesto en la imagen anterior, nos quedamos con que las estrellas sirven como guía y medio para comunicar los mensajes de Dios.
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Sol/Luna: ya en la cultura mesopotámica los dioses se identificaban con estos astros (ejemplo de ello son las representaciones de los mismos en los kudurru babilónicos, en los cilindros de los caldeos o mismo a través de los cultos al dios Baalshamin en Siria o de Men en Frigia), en la antigua Grecia los encontramos en las estatuas de Selene o Helios, en Roma el culto a estos astros fue introducido por el rey sabino Tito Lacio, adquiriendo importancia en la época de Aureliano que fue el encargado de fundar en el Quirinal un templo dedicado al Sol Invictus (uno de los dioses principales del Imperio Romano). Esto último influencia al cristianismo, ya sea con el Sol Invictus como con Mitra (propio de las religiones orientales) que posibilita la difusión de la imagen de estos astros. Por lo que el cristianismo primitivo se dispone a fusionar elementos propios del mundo pagano a su ámbito hasta sustituirlos, es el caso del Sol Invictus con Cristo, con el fin de atribuirle ese poderío propio de los astros. Esta representación se da sobre todo en la Edad Media, mientras que en la época del Renacimiento se pierde (hay excepciones).
Curiosidad: el dios Sol Invictus nace cuando se funda su templo, que cae un 25 de diciembre, siendo una fecha adoptada por los cristianos por el nacimiento de Cristo. A su vez, en la Antigüedad el día domingo se hacía llamar como "día del Sol" por dicho dios, a pasar a denominarse "día del Señor" por Cristo.
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El sol y la luna pueden aparecer a modo de templo como imagen de la ciudad celeste (propio del arte bizantino), Cristo como el Sol (Lucas 1:78-79), referencia a su doble naturaleza (este sistema dualista, ya indicado con el gesto de la bendición, se da con frecuencia en la Edad Media), relación entre el Antiguo y el Nuevo Testamento, aludiendo a las religiones (como el Sol al cristianismo y la Luna al judaísmo), y en las imágenes de la Crucifixión los astros se muestran sustituyendo a la Virgen y San Juan Evangelista, o mismo adquieren un carácter antropomórfico (como en este caso se incluye el rostro en la media luna o hace referencia a Job 26:9 donde menciona que "Él cubre el rostro de la luna"). Además, se asocia con el tiempo, donde el día y la noche es constante y se repite sin haber nada que lo pare, un tema que se cristianiza hasta dar paso al dicho in sæcula sæculorum. Junto a una división entre masculino (el Sol, como Apolo, Dios o Cristo), basado en la justicia y en la iluminación tras la muerte, y femenino (la Luna, como Selene o la madre del Sol, la Virgen María; o media luna, visto con la diosa Diana, entre otros) que depende de la luz solar.
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En el caso del eclipse y su vínculo con la Crucifixión, ya se ve en otras culturas donde se relata que el sol y la luna eran comidos por animales o demonios (como la mitología hindú, el folklore chino...), o mismo se considera el apocalipsis (propio de la mitología nórdica, cultura maya y sobre todo el cristianismo).
Por lo que los astros bajo los pies del Cristo glorioso indica esa superioridad del mismo como dueño del Universo y gloria que desprende. En cambio, al situarlo encima de la Crucifixión recoge esas señales originarias de Cristo, en concreto su interpretación con el posible eclipse abre un camino más amplio. Pues en el momento en el que se le crucifica se advierte que el sol se oscurece y la luna se convierte en sangre (de ahí que en Marcos 15:32 se diga que descienda para poder ver), tal y como se apunta en el Apocalipsis de San Juan 6:12 (sol-negro y luna-sangre). Este acontecimiento que el propio Cristo avisó (como en Lucas 21:25-33 o Joel 2:30-31) se relata a su vez en otros escritos (Mateo 24:29 o Hechos 2:20). También es cierto que la plasmación de estos astros eclipsados se acerca a su desaparición o su relevo en la Nueva Tierra, siendo suficiente la gloria de Dios que ilumina todo y a todos (visto en el Apocalipsis 21:23 o 22:5, Isaías 60:19-21 o Juan 8:12). Por tanto, estamos ante un fenómeno inusual de eclipse solar y luna de sangre (se denomina de esta manera debido a que la luz que incide por la atmósfera de la Tierra adquiere un color rojizo) que coincide con la fiesta de la Pascua judía, la de los Tabernáculos, entre otros.



IMAGEN VI
A continuación nos encontramos ante una imagen en la que sobre un fondo rojo (bermellón) se plasma un figura masculina con barba y nimbo que aparece clavado en una cruz de madera. Este se presenta semidesnudo, cubierto por una tela blanca en la zona de la cintura, además de mostrar heridas en el costado, las palmas de las manos y los pies de las que le brotan gotas de sangre. Se le contempla con los ojos cerrados, la cabeza caída hacia su derecha y el cuerpo rígido que cae de la cruz. A la derecha del protagonista, un grupo formado por cuatro sujetos con nimbos y vestidos de blanco/amarillo, junto a una figura masculina en la cruz que tiene las manos atadas por detrás, también se muestra semidesnudo, cubierto por dicha tela y con heridas en las rodillas. Mientras que a su izquierda presenciamos otra figura masculina en la misma disposición del último comentado, lo que su cabeza se eleva hacia arriba y de su boca sale una figura de pequeñas dimensiones que es atrapada por un ser alado.
Estamos, por tanto, ante la Crucifixión de Cristo en presencia de otros personajes, a su izquierda el grupo conformado por la Virgen María, las mujeres y San Juan Evangelista, seguido del Buen Ladrón (Dimas) y el Mal Ladrón (Gestas) a los laterales. A este último le arrebatan el alma por parte del ser mencionado que se considera el demonio. Por lo que Cristo en la cruz simboliza su sacrificio, redención y salvación de la humanidad. Esto se hace referencia con otros hechos ya sucedidos en el Antiguo Testamento (como la serpiente de bronce de Moisés), hasta llegar al Nuevo Testamento con su martirio y posterior crucifixión (además, el tema de la cruz se halla presente en otros pasajes de la Pasión de Cristo). Es así como los cuatro evangelistas comentan este acontecimiento (Mateo 27:32-56, Marcos 15:22-41, Lucas 23:33-49 y Juan 19:17-37), junto a otros escritos que lo detallan (acerca de los ladrones que lo acompañan, la indumentaria...) como los Evangelios de Nicodemo, Bartolomé, entre otros.
Hemos de ofrecer una amplia mirada a cada elemento presente en la obra:
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Cruz: identificamos el ankh egipcio (símbolo de la vida), el ancla (símbolo de la esperanza) que en ocasiones encubría la cruz en tiempos del cristianismo primitivo, le sigue la cruz de tau griega (la letra "T" representa dicha cruz, presente en los papiros del Nuevo Testamento e incluso empleado en el crismón como sustituto de la letra griega "rho"), el posterior crismón hasta la cruz definitiva. En un inicio su uso se orientaba más como símbolo salvífico o como emblema del triunfo de Cristo sobre la muerte, será tras el olvido de la práctica habitual de los romanos en relación con la cruz cuando se empiece a interpretar como símbolo del martirio.
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Crucifixión: tras la cruz se aprecia la imagen del crucificado durante toda la Edad Media, como algunos grafitos o aquella obra ubicada en la basílica de Santa Sabina en Roma (siglo V). Será un tema tratado sobre todo en la zona de Siria y Bizancio, hasta que reaparece en Roma entre los siglos VII y VIII. En la época románica tendremos un Cristo vivo o en majestad, mientras que en el periodo gótico ya se muestra un Cristo humano, realista y en compañía de otros personajes. De por sí la crucifixión se basaba en una práctica de origen asirio, persa y fenicio, siendo adoptado posteriormente por los romanos que lo perfeccionaron.
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No obstante, la plasmación de este asunto ha ido variando según las doctrinas imperantes del momento, pues lo situamos desde el primitivo cristianismo con un gran rechazo al ser el tipo de muerte/castigo de los peores individuos, por lo que en un inicio emplearon la imagen del cordero con respecto a esto último. Igualmente vamos a dedicar un apartado a cada uno de los elementos:
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Cruz: conformado por varios maderos, los denominados stipes, patibulum y en ocasiones con el subpedaneum (los dos primeros suelen asociarse a esa dualidad divina-humana)
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Cristo: en un inicio se le ilustraba vivo, erguido, con los ojos abiertos y con apariencia serena (hasta el siglo XI). Más tarde aparece muerto, con los ojos cerrados, la cabeza que cae y el cuerpo rígido.
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Clavos: vemos un Cristo suspendido en la cruz, lo que al principio lo representan con cuatro clavos debido a que los pies posaban en el subpedaneum, para que le siga solamente la presencia de tres clavos, estando los pies uno encima del otro.
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Indumentaria: al principio se cubre con un subligaculum (tal y como se refleja en la obra de la basílica de Santa Sabina), seguido del perizonium (Evangelio de Nicodemo 10:1) o el colobium (Evangeliario de Rábula) con y sin mangas.
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Cabeza: suele presentar un nimbo, una corona real (simboliza esa majestad o triunfo sobre la muerte) o una corona de espigas (a partir del siglo XII).
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Otros aspectos: atendiendo a otras obras a modo de fuentes visuales/pictóricas se solía disponer una calavera a los pies de Cristo identificándose con Adán (asociando el pecado original con la muerte redentora de Cristo), un Adán saliendo de su tumba (reflejado en las cruces de orfebrería de época gótica), la plasmación de astros a los laterales, ángeles volando mientras portan los instrumentos de la Pasión o expresan su pesar. Será en el gótico cuando se incorporan otros personajes, aparte de la Virgen María y San Juan Evangelista, con el fin de teatralizar la imagen, incluyendo las santas mujeres, soldados, los dos ladrones, Longinos y Estefatón, entre otros.



Esta imagen es una muestra de la entrega de Cristo hacia su pueblo, cuyo objetivo o meta final es la unión esponsal entre ambos, de ahí que la figura de la Iglesia que tiene al frente salga herida, de la misma manera en que Cristo se refleja en esta pintura (entrega mutua). Se trata de un símbolo de amor que parte de dicha entrega esponsal y eucarística del propio cuerpo a la muerte, con el fin de que el resto tenga vida. Al fin y al cabo, la pintura puede vincularse con la primera comentada por aquel pelícano eucarístico que se sacrifica por la humanidad, mientras nosotros realizamos lo contrario. También se ha de unir con aquella representación de la Iglesia, seguido de su resurrección hasta la aparición de los astros en relación con esta imagen VI, pues como apuntamos Cristo manda esas señales al cielo (como el eclipse), siendo al final una constelación de símbolos acerca de la bondad, fidelidad y amor del Señor hacia su pueblo.
IMAGEN vii
En esta última imagen se representa sobre un fondo rojo a una figura alada vestida de blanco, a la vez que porta un nimbo y un lábaro (lo más seguro es que aparezca sujetando otro elemento inapreciable por el estado de la pintura). A un lateral nos encontramos ante tres seres alados vestidos de blanco, donde dos de ellos interactúan entre sí y el otro se dirige a una figura desnuda y coronada ubicada en dicho elemento incierto. En el mismo fragmento apreciamos dos rostros y unos elementos arquitectónicos sobre un fondo azul ultramar, seguido de la zona superior con otros sujetos siendo recogidos mediante una tela blanca a modo de barca por cuatro manos visibles (el resto se ha perdido). Mientras que a la derecha del protagonista se establece un fragmento configurado por un fondo azul en presencia de un paisaje con un árbol y un pavimento rocoso, dando paso a las cuatro figuras desnudas siendo atrapadas por un ser alado. Se trata de un Juicio Final fragmentado en cuatro imágenes (posiblemente existiera más en su origen), ocupado por la figura del arcángel San Miguel empuñando la balanza y portando un lábaro con el escudo de la Orden Hospitalaria de San Juan de Jerusalén. A su derecha aparecen los justos ya pesados en el platillo de dicha balanza que son elevados por unos ángeles psicopompos hacia el Paraíso, siendo una imagen que se contrapone a la de la izquierda en el que el demonio híbrido se lleva consigo un grupo de figuras desnudas que se revuelven entre sí.
Respecto a las fuentes, acudimos a las narraciones del Antiguo Testamento (mencionan la posibilidad de un juicio futuro, la división entre Paraíso e Infierno, como en el Libro de Daniel 12 o el Libro de Job) y el Nuevo Testamento (aporta más información sobre el asunto, en concreto el Apocalipsis de San Juan 20:11-15, los Hechos de los Apóstoles, las Epístolas de San Pablo, entre otros), junto a los comentarios del Apocalipsis ya mencionado como la de Beato de Liébana, los textos apócrifos (sobre el Antiguo Testamento hallamos el Libro de Enoc o el Apócrifo del Génesis, mientras que con el Nuevo Testamento observamos el Apocalipsis de Pedro, Tomás, Pablo...). Además, la idea de Juicio Final, al haber escasa información recogida en la Biblia, se va conformando por los escritos de los Padres de la Iglesia y alguna que otra literatura de época medieval, como el Canto de la Sibila, el tropo de Audi Tellus, las Cantigas de Santa María (esta aclara esa inclusión de la Virgen María y San Juan Evangelista en la imagen), entro otros. No obstante, al tratar el pesaje, en concreto con la figura del arcángel San Miguel, obtenemos alusiones implícitas como en el Libro de Job 31:6, el Libro de Daniel 5:27-29 o el Testamento de Abraham (XII), lo que no se deja claro que dicha función la desempeñe este, simplemente será una idea que irá configurándose a partir de otras fuentes, no textuales sino visuales.
Hablamos de un tema que va conformándose a partir de lo visto en otras civilizaciones, en un inicio se aprecia en Egipto con el conocido Juicio de Osiris. Este acto fue asimilado por los coptos y así se fue adoptando tales ideas por el cristianismo, ya sea con la presencia de un Dios que triunfa sobre la muerte y aparece como Juez (imagen habitual de los juicios), acompañado de otras figuras a modo de tribunal. De la misma manera que el arcángel San Miguel se asemeja a Anubis, aquel que pesaba las acciones del difunto a través de una balanza, que a su vez aparecía junto a Ammyt (dispuesto a devorar el corazón del difunto), mientras que con San Miguel se identifican demonios. Profundicemos en el tema:
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Arcángel Miguel: ninguna fuente escrita expresa explícitamente que sea él quien realmente se encargue de realizar dicho pesaje (como mucho es considerado guía del difunto). Por lo que si acudimos a las fuentes visuales de la Antigüedad nos encontramos en el mundo egipcio con los ya citados Anubis y Ammyt, en la Grecia clásica con Hermes, pues entre sus funciones se hallaba el guiar a las almas hacia el otro mundo, será a partir de aquí cuando se asimile la idea del arcángel Miguel como Hermes.
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Paraíso/Infierno: esta idea de dos zonas divididas en relación con el Bien y el Mal, ya se contempla en la mitología grecorramana al diferenciar entre el Hades y los Jardines Elíseos (una jerarquización de espacios desarrollado, sobre todo, por el autor Virgilio).
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Demonio: al lado de San Miguel aparece un demonio, y el aspecto que adquiere nos remite de nuevo a Egipto con la presencia de Ammyt junto a Anubis, pues este ser se compone de diversas partes de los seres más temidos. En cambio, en el mundo clásico nos encontramos ante el dios Dioniso, este iba de la mano de seres o sátiros con una apariencia similar (mezcla de cabra y humano). Por lo que esto último posibilita la creación de una iconografía dirigida a la imagen de los demonios.


Es cierto que este tipo de tema ha ido variando a lo largo del tiempo, dándose tanto en Occidente como en Oriente, compartiendo ideas y diferenciándose de otras. Ante todo en Oriente se plasmaba a modo de mural en los interiores de los templos (en el mundo occidental se fijaban en las fachadas la mayoría, concretamente en los tímpanos, exceptuando este conjunto de influencias italo-bizantinas), a la vez que se reflejaba otros elementos, tales como el trono vacío, el río de fuego, la expulsión de los muertos por el mar y la tierra, entre otros. En cambio en Occidente, como apuntamos se aplicaba al exterior, configurando un modelo a medida que se reflexionaba sobre dicho asunto, organizado por la figura de un Cristo-juez, acompañado de un tribunal y una corte celestial. En el registro inferior se ilustraba la resurrección de los muertos despertados por los ángeles trompeteros y en el registro medio el pesaje de las almas o psicotasis junto a la separación entre salvados/condenados o Paraíso/Infierno a los laterales:
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Cristo: en un inicio, en el románico, actúa como juez entronizado sobre una nube o arcoíris, al estilo majestuoso, glorioso y terrorífico. A su vez aparece un Cristo como Varón de Dolores cuando muestra las llagas de la Pasión de Cristo, junto a unos ángeles que portan el Arma Christi. En el gótico al existir una mayor preocupación por obtener la salvación, se representa a un Cristo más humano, amable y cercano, acompañado de la Virgen María y San Juan Evangelista (en esta pintura Cristo no aparece, realizando el juicio el arcángel San Miguel por mandato del primero).
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Laterales: suelen situarse los veinticuatro ancianos del Apocalipsis, los doce Apóstoles portando atributos en alusión a su martirio, la Virgen María con San Juan Evangelista como mensajeros de la cristiandad o como abogados de los arrepentidos, otorgando cierta proximidad al fiel tras comunicarle que aún hay tiempo para corregir los errores cometidos (en esta pintura ninguno de los comentados aparecen).
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Resurrección de los muertos y ángeles trompeteros: se despiertan desnudos o con restos de su indumentaria, o portando algún elemento que indique el estatus social de aquel. Estos resucitan en cuerpo y alma, con la edad en la que Cristo muere en la cruz, tal y como indica San Pablo (en esta pintura no aparece esto).
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Pesaje de las almas: la composición habitual se basaba en ubicarlo a los pies del Cristo-juez, entre los salvados y los condenados. El que sujeta la balanza es el arcángel San Miguel que aparece junto a un diablillo que intenta tirar la balanza a su favor (esto posiblemente se plasmase en la imagen inferior derecha desaparecida), y al otro lado un ángel que espera las almas con el fin de guiarles al "seno de Abraham".
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Salvados y condenados: los primeros se muestran vestidos con túnicas, dirigidos en orden por unos ángeles hacia la entrada del Paraíso. Los segundos caracterizados por su desnudez (considerado indigno), desordenados, encadenados y encaminados hacia la boca del Infierno, la denominada Boca de Leviatán o mismo con un caldero hirviendo en su interior a los pecadores. En este último espacio existen variedad de demonios dedicados a torturar a los condenados.
Estamos ante el Juicio Final, aquel momento en el que el arcángel Miguel por mandato de Cristo aparece como "juez", siendo aquella autoridad que pesa las almas con la balanza, dividiendo entre justos e impíos, dependiendo de si son merecedores de la salvación en el Paraíso o el castigo durante toda la eternidad en el Infierno. Es cierto que no observamos a Cristo, la resurrección de los muertos u otros personajes a modo de tribunal o de corte celestial, simplemente a San Miguel con las almas, los ángeles y el demonio. Al fin y al cabo, se trata de un tema muy empleado en el Medievo, sobre todo como recordatorio a los fieles del sacrificio realizado por Cristo a cambio de la salvación de la humanidad (se refleja en la imagen superior a esta con la Crucifixión), un mensaje transmitido por la Iglesia para advertir o guiar por el "buen camino" y concienciar de la idea de muerte y salvación del alma, debido a que al final de los tiempos Cristo vendrá y todo ser humano resucitará de la muerte para ser juzgados en razón de sus actos durante su efímera vida terrenal. Por lo que esto traslada ese interés doctrinal aplicado a una sociedad medieval mayoritariamente "analfabeta", enfatizando en la idea de un Cristo salvador, bondadoso y justo, con el fin de que nosotros actuemos igual que Él.





























